Harry, Hermione y la familia Weasley habían recientemente llegado a la estación de King’s Cross en Londres. Cargaban grandes baúles en sus carritos con extrañas mascotas sobre ellos, a los que los peatones; incrédulos miraban con cierto descaro.
- Vamos, no os tardéis más... – Espetó la señora que encabezaba a la familia de pelirrojos - ¡Daos prisa! Odio que los muggles nos miren tan descaradamente...
- Sí, mamá – Dijo desganadamente un chico pelirrojo, de unos 17 años - ¡Sabemos lo que tenemos que hacer! – Se quejó – Ya no somos unos críos...
- Pero tú piensas aún como ellos... – Sonrió sarcásticamente Molly Weasley.
Llegaron a uno de los andenes. Esperaron a que los viajeros se dispersaran un poco y entraron uno tras otro por la columna que había entre los andenes 9 y 10. Aparecieron en el andén 9 y ¾.
Allí humeaba el gran tren de hierro color escarlata que siempre los recogía ese 1 de Septiembre camino a Hogwarts.
- ¡¡Ey, mirad!! Allí está Ginny – Gritó Ron, aunque sus palabras fueron disminuyendo ya que, su hermana pequeña, había entrado después de ellos.
- Ah – Exclamaron al unísono Harry y Hermione mientras subían sus grandes baúles al tren.
- ¡¡Eh!! Ginny – Dijo acercándose a una chica de espaldas con el pelo anaranjado que estaba de espaldas - ¡EH! – Gritó furioso - ¿Estás sorda?
Ron le tiró del pelo, la chica chilló ‘Ay!’ mientras cogía su mechón de pelo y se daba la vuelta.
- Pero tú no eres... – Dijo Ron incrédulo al ver a la chica.
La muchacha, al igual que Ginny, tendría 16 años; pero llevaba unas gafas de pasta negra y sus ojos eran de un color extraño, rojo oscuro. “De espaldas, se le parecía” pensó Ron, pero de cara, ni mucho menos.
- Lo... lo siento – Murmuró Ron algo avergonzado y se dirigió hacia sus amigos.
Harry y Hermione ya habían metido a Hedwig, Pigwidgeon y a Crooshanks en el tren. Ron se acercó a ellos y les contó lo que le había sucedido. Harry y Hermione aguantaron una fuerte carcajada frente a él, pero rieron por lo bajo.
- En serio chicos... Era igual que mi hermana de espaldas, igual... – Repetía una y otra vez, incrédulo aún por lo que le había pasado.
- Pero bueno Ron... ¿Entonces quien era? – Le preguntó Hermione mientras caminaban por el abarrotado pasillo lleno de alumnos.
- No sé chicos, pero no era de aquí – Contestó pensativo – No era de Hogwarts, estoy seguro...
- ¿Por qué estás tan seguro? – Añadió Harry.
- ¡Ey! Soy pelirrojo... ¡Toda mi familia es pelirroja! – Exclamó - ¿Crees que no me hubiera dado cuenta si hubiera más pelirrojos en Hogwarts?
Harry y Hermione volvieron a reírse entre dientes. La explicación de Ron era absurda, pero aún así... era divertida y original.
- Bueno, yo me quedo aquí – Dijo Harry señalando un compartimiento vacío.
- Está bien – Le respondió Ron sonriendo – No creo que dure mucho en el vagón de los prefectos, volveré en cuando pueda.
- Hasta luego, Harry – Se despidió Hermione.
Harry entró y deslizó la puerta tras de sí. Muchos alumnos pasaban, lo miraban por el cristal y le señalaban. Por un momento, se sintió como uno de esos animales del zoológico que los ves a través de un gran cristal. Indignado, corrió la cortina y se sentó algo malhumorado por aquella escena que acababa de protagonizar.
- ¡Jajaja! ¡No veáis como lo pasé en la playa! – Escuchó a alguien de gritar que se acercaba por el pasillo.
- Ay... No grites tanto – Se quejó una voz más dulce, que por su apariencia, se había tapado los oídos con las dos manos.
- Este... Creo que está vacío – Añadió la misma voz gritona de antes. Señalaba al compartimiento en el que se encontraba Harry.
Las chicas se acercaron a la puerta y la corrieron. Allí dentro vieron a un chico delgaducho, con gafas y pelo desgreñado.
- Uy... Pues no está vació – Añadió la misma chica que había gritado antes.
La chica era no muy alta, con el cabello negro muy cortado por atrás y largo a los lados, con un flequillo corto que le alargaba su redonda cara. Tenía los ojos oscuros, casi negros y su cara radiaba una enorme alegría. Tras ella, dos chicas más altas. Una de ellas como había descrito Ron hacía varios minutos: pelirroja, alta, con aspecto de tener 16 años, con gafas con una pasta oscura y ojos de un extraño color fuego. A su lado estaba otra chica, de aspecto tranquilo e inteligente, con el pelo negro lacio y fino y con un flequillo que le llegaba hasta los ojos. También usaba gafas.
- ¿Podemos...? – Preguntó la última chica en la que él se había fijado.
- Emm... Sí, sí, claro – Respondió tras varios segundo de estar pensándolo.
- ¡Gracias! – Respondió la chica bajita.
Las tres entraron y se acomodaron en sus asientos.
- ¿Vosotras estáis en Hogwarts? – Preguntó rápidamente Harry, incrédulo porque la pregunta le había salido instintivamente.
Las chicas se miraron entre sí y sonrieron amablemente.
- No – Respondió la chica pelirroja con una sonrisa en la cara – Somos de intercambio de
- ¿De intercambio? – Volvió a repetir Harry.
- Sí – Respondió la chica del corte moderno en el pelo – Algunas hemos venido a pasar nuestro último año aquí – Explicó – Dijeron que si nos queríamos dedicar a algún cargo en los Estados Unidos o queríamos elegir alguna otra escuela de Magia del mundo en la que venir a estudiar y quizá, a quedarnos en Londres para siempre.
La chica parecía un poco torpe explicando e incluso, que ni ella misma se había enterado para que estaban allí exactamente.
- Bueno, sí... – Afirmó su amiga de pelo lacio haciéndole una mueca de burla a ella – Algo así era, no exactamente como lo ha explicado, pero es eso.
- Ah... – Exclamó Harry como embobado.
- ¿Y tú eres...? – Comenzó la pequeña muchacha.
- Harry... Harry Potter – Terminó un poco asustadizo por la reacción de sus compañeras de compartimiento, cuando nombró su apellido.
- Harry... Potter... – Repitió la misma chica que le había preguntado y se quedó pensativa unos segundos – No, no me suena.
Por una vez en su vida, Harry dio gracias a que alguien no le conocía y le tomaba por una persona normal y corriente.
- ¿Y vosotras? – Preguntó él, para no parecer descortés; aunque se intuía en su habla que no tenía muchas ganas de hablar.
- Yo soy Katherine Hayley Johnson – Respondió la chica pelirroja.
- Yo me llamo Vivienne Walker – Murmuró fríamente la chica de pelo lacio.
- Y yo Neika Black – Dijo la chica de pelo corto con una sonrisa en su cara.
A Harry le dio un vuelvo la barriga al escuchar ese apellido.
- ¿Black? – Volvió a repetir atónito. Ahora su tono de voz era de curiosidad y no de flojera y de pocas ganas de hablar.
- Sí, Black... Neika Black – Volvió a decir - ¿Por qué? ¿Ocurre algo?
- No, nada – Mintió Harry nervioso.
- ¿En qué casa de Hogwarts estás? – Preguntó la chica que se nombró Katherine.
- En Gryffindor – Respondió entrecortado.
- ¡Ah! – Exclamó – Entonces estás en el mismo sitio que Lucian y...
No le dio tiempo a terminar la frase cuando la puerta del compartimiento se abrió de golpe. Un chico de pelo negro bien peinado con las puntas hacia arriba estaba en la puerta corredera, junto con otro chico un poco más bajito que él que sostenía unos libros entre sus brazos.
- ¿DÓNDE DIABLOS OS HABÍAIS METIDO? – Gritó escandalosamente.
- Ah... No grites Robert – Contestó Katherine.
- Ooh... Perdona Katie – Dijo burlonamente mientras le acariciaba fuertemente la melena como si fuera un perro y la despeinaba.
- ¡Idiota! – Le regañó mientras volvía a peinarse.
- ¡Hola! – Se volvió hacia Harry alegremente mientras ignoraba a Katherine y le saludó.
- Hola... – Dijo Harry algo sobresaltado por aquella escena
- Soy Robert Coleman, encantado – Se presentó mientras le tendía la mano y la estrechaba fuertemente con la de Harry - ¡Oh! ¿Practicas Quidditch? Estás en forma.
- Sí... – Contestó éste algo avergonzado – Soy capitán del equipo de quidditch de Gryffindor y además el buscador.
- ¡Oh! Entonces ya sé a quien me tengo que ir a buscar cuando vaya a hacer las pruebas para entrar en el equipo – Se alegró.
Harry desvió la mirada hacia las chicas.
- ¿Este es el que decíais que iba a estar en Gryffindor? – Preguntó.
- Sí, junto con él – Contestó Vivienne señalando al chico que se encontraba aún en la puerta.
En la entrada al compartimiento se encontraba un chico delgaducho, con los ojos marrones y el pelo rubio muy corto, aunque alborotado. Sostenía un libro, al parecer, de Herbología. Dio un paso hacia delante y se presentó avergonzado.
- Jeje... – Rió nerviosamente – Soy Lucian Wheller. También estoy en Gryffindor.
De repente, por detrás de Lucian aparecieron Hermione y Ron.
- ¡Harry! – Gritó Hermione, aunque rápidamente su tono de voz bajó al ver tanta gente allí metida, pero continuó hablando - ¿Sabes qué? ¡Han venido gente de
Harry se quedó callado. Neika se levantó con tranquilidad.
- ¡Hola! – Saludó animadamente – Nosotros somos unos de los alumnos de Salem... Yo soy Neika Black, ellas Vivienne Walker y Katherine Hayley Johnson – Ambas saludaron con la mano – Y ellos Robert Coleman y Lucian Wheller.
- ¡Oh! – Exclamó Hermione excitada – Es un orgullo conoceros.
- Igualmente – Sonrieron todos al unísono.
Ron se había quedado en la puerta callado, aunque con una sonrisa boba en su cara.
- Yo me llamo Hermione Granger – Se presentó – Y él es... Ron Weasley.
- Hola, encantado – Se presentó Ron.
- Bueno, será mejor que nos vayamos poniendo las túnicas, pronto llegaremos – Avisó Hermione - ¿Vosotros ya habéis sido seleccionados, no?
- Sí... Yo estoy en Hufflepuff – Contestó Vivienne.
- Yo en Ravenclaw – Dijo Katherine.
- Yo y él estamos en Gryffindor – Habló Robert señalando a Lucian, mientras que Ron y Hermione ponían cara de aprobación por haber caído en su casa.
- ¿Y tú Neika? – Preguntó Harry.
- En Sl... En Sl... En Sy... – Comenzó dubitativa.
- ¿En Slytherin? – Terminó Harry.
- ¡Sí! Eso – Contestó con una sonrisa en su cara.
Harry, Hermione y Ron pusieron cara de horror. El poco tiempo que habían tratado con Neika parecía una persona muy simpática y abierta... ¿Cómo iba a estar en Slytherin si ellos eran de Gryffindor y, por lógica, no solían llevase bien? Bueno, siempre habían tratado con alumnos de Slytherin que estaban alrededor de Malfoy, quizá alguno habría que no tuviera esos aires de superioridad, supusieron.
- Bueno, nosotros nos marchamos, tenemos nuestros baúles en el compartimiento del final del pasillo – Informó Lucian y salió después de Robert.
- ¡Luego nos vemos! – Se despidieron.
Se vistieron y se sentaron. Aún quedaba algo de trayecto para charlar. Vivienne se sentó junto a la ventana y miró al cielo, aún sin ninguna nube y prácticamente limpio.
- ¡Arg! – Se lamentó y puso cara de tristeza – Odio los días soleados.
- ¡A mí me encantan!- Dijo con alegría Neika – Son los mejores días para practicar Quidditch.
- ¿También practicas Quidditch? – Preguntó Harry.
- ¿Qué si lo practica? Duerme abrazando su escoba – Dijo Katherine burlonamente.
Hubo una risa general, a todos les había hecho gracia ese comentario.
- Mentira – Se quejó Neika frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.
El tren iba parándose lentamente. Los alumnos comenzaron a moverse por todo el tren ajetreados y nerviosos. Se podía oír perfectamente el sonido que producían los baúles al ser arrastrados o las lechuzas ululando en sus jaulas asustadas por todo el nerviosismo de sus dueños.
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